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Abstract

Introducción: A pesar de la temprana incorporación de las mujeres a la industria de la animación, sus roles fueron históricamente relegados a labores mecánicas, limitando su capacidad de decisión creativa. Este artículo analiza cómo el cine de animación independiente del siglo XX funcionó como un espacio esencial para las directoras que buscaban un control artístico que permitiera desarrollar discursos emancipadores. Se parte de la hipótesis de que el circuito independiente propició que las animadoras desarrollaran técnicas y narrativas alternativas que rompieron con los cánones plásticos y los preceptos ideológicos dominantes en la industria. Metodología: Mediante una metodología cualitativa, que combina la revisión bibliográfica con el análisis fílmico desde una perspectiva de género, se estudia un corpus de directoras de Europa, Canadá y EEUU. El análisis se enfoca en obras clave como Die Abenteuer des Prinzen Achmed (Lotte Reiniger, 1926); W.O.W. (Women of the World) (Faith Hubley, 1975); Anima (Gisèle Ansorge, 1977) y Das Veilchen (Gisèle Ansorge, 1981); y Borderline 1 & 2 (Monique Renault, 1981). Resultados: Los resultados demuestran que, al margen de las presiones comerciales, estas artistas pudieron emplear técnicas innovadoras y artesanales para introducir temas disidentes. Estos incluyen la representación de la sexualidad no normativa y la agencia erótica femenina (Reiniger), la reescritura feminista de la historia (Hubley), o la crítica a la violencia (Ansorge) y la carga doméstica (Renault). Conclusiones: Se concluye que la animación independiente fue una herramienta sociopolítica crucial que permitió a las mujeres creadoras articular un discurso propio y desafiar el pensamiento hegemónico.

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